Algunos gurús del mas allá/acá auguraban un fin del mundo para este 7-10-15. Una que no sabe mucho de cábala ni de gurús y que además ha vivido muchos supuestos fines del mundo ya no le da crédito a estas cosas. Sin embargo el sábado pasada la hora mágica de las doce, tuve mis dudas al respecto. 

Sé que suena mal que se hable de números, pero hacia mucho que no veía una sala tan llena (EGO LIVE) de gente disfrutando tanto de un concierto. Estaba a reventar.

Entré como una seguidora más, una de tantas que ha escuchado el disco Camino ácido una y mil veces, salí como si hubiera acudido a una especie de rito iniciático. Sí, me he hecho de una religión, la de Ángel Stanich. Intuía que iba a ser un concierto, como poco, peculiar, y como soy de pensar pequeño la sorpresa fue enorme al poder decir que asistí a uno de esos conciertos que hay que guardar en la retina y en la memoria. 

Como os decía pasados unos rigurosos minutos de la hora de las brujas, diremos, para quitarle magia o para ponérsela como vosotros veáis. Angel Stanich salía al escenario. Y prácticamente eclipsó todo lo que podía suceder o no en la sala.

“Tuve la certeza. Comencé la criba. Sin que tú llegaras ya subí arriba. Puse las tostadas, las unté en harina.”

"Amanecer caníbal" nos decía hola, tímidamente y nos hacia quitarnos los abrigos, mientras tarareábamos bajito el estribillo. ¡Qué alivio! No soy la única. Allí nos hemos congregado una centena de multiplicidades que coincidimos en un solo hombre.

Desfilan ante nosotros “Mojo” y "Chinaski", no en ese orden específicamente y ahora si, todos somos incapaces de no movernos al ritmo. Poco a poco me traslado mentalmente a los desiertos de Arizona, huele a polvo y asfalto.

He escuchado el disco mil veces, como poco y siempre siento cosquillitas en la nuca con "Miss Trueno ’89". Y en directo puedo decir que la sensación se amplifica mil veces.

El cruce y Camino ácido cayeron como en un hipnótico dúo.

La armónica comienza a sonar, todos sabemos qué viene ahora: La noche del coyote. Entremezclando ritmos oníricos con realidades, esta canción es de las que a cualquiera le ponen los pelos de punta. Y allí, todos nos quedamos embelesados con este tema espeso, en el mejor sentido posible. Espeso porque se te graba en la memoria y es imposible quitártelo de la cabeza. 

“No es un lugar seguro el campo de los sueños.

Tu vuelve al viejo mundo, caballo blanco y negro.” 

Reza la canción. Quédate con esta frase, quédate con este título. Porque si la escuchas te acompañará mucho tiempo.

Jesús Levitante apareció para dar rienda suelta a los mas conocedores de Ángel, ahora si, todos cantando a coro.

Y justo despues tras pedir silencio varias veces silencio, nos cuenta que tiene un tema nuevo que quiere presentarnos, pero que para ello es necesario armonía y silencio. Tranquilidad. Tras un primer intento fallido, muchos schhhsssttt! Por parte de los allí congregados, se hizo el silencio y sonó Río Lobos (no se si realmente es el título). 

Tras esta novedad vino el apocalipsis, yo diría que desfilaron ante nosotros todas las escenas posibles El Outsider, y Carbura! Pusieron fin al setlist propiamente dicho. Y tras dar las gracias giñandonos el ojo, se fue del escenario.

Unos minutos después entre vítores y aplausos salió la banda de nuevo, para interpretar un magistral tema instrumental que rompió con Mezcalito, el himno oficial junto a Carbura de los seguidores que allí nos reunimos.

Y la cosa no quedó ahí, nos regaló otros tres bises mas, incluso se sintió con fuerzas para hacer una versión de Donovan y entre sibisibisibi (El rio) y Metralleta Joe se despidió de nosotras.

Dejándonos sudando y con la sensación de haber asistido a un momento apocalíptico.

Sin duda Ángel Stanich y su banda saben lo que se hacen, saben como transmitirlo y saben hacérselo entender a la gente. Tú, querido lector, si tienes la oportunidad de ir a verlo, no dudes en hacerlo porque caerás en sus redes.

Crónica hecha por Dhiva fotos por Mir H. para Lleno de Música.